La apicultura es la actividad de crianza de las abejas para la posterior extracción de la miel de sus colmenas. Una buena miel no se consigue sin una apicultura impecable, y esta requiere que se cumplan ciertos procesos que te explicamos a continuación.
Mediante la apicultura se extraen todo tipo de productos aprovechables del trabajo de las abejas, además de la miel. La producción y el cuidado en la apicultura deben ir acompañados de mucha precisión y delicadeza en cada una de las tareas.
Proceso de la apicultura
Principalmente, se considera apicultura a la extracción de la miel de las colmenas una vez las abejas la han fabricado. Pero las prácticas de la apicultura siguen un orden concreto al año y son todas necesarias para el éxito en el resultado final.
Las abejas obreras producen la miel, la jalea real o la cera siempre que cuenten con el material necesario (néctar y polen). Hay un periodo de recolección y durante el resto del tiempo se encargan de trabajar la elaboración de los materiales, principalmente como alimento para la colmena.
Más o menos en tres semanas, las abejas terminan los productos que los apicultores se encargarán de recoger. Para ello, las herramientas y utensilios necesarios deben estar preparados, así como las colmenas de las abejas bien cuidadas y en buen estado.
Además, los apicultores se pueden encargar de ubicar las colmenas en lugares concretos para buscar diferentes mieles. Dependiendo de las flores que haya en el entorno, las abejas producirán un tipo u otro de miel y demás productos.
La labor de los apicultores
El apicultor es la persona que se encarga de realizar las prácticas apícolas. Su trabajo depende de la época del año, ya que durante primavera y verano las abejas se encuentran en el momento de máxima actividad, mientras que en invierno hay que preparar las condiciones para la temporada siguiente.
Durante la época en la que las abejas realizan el pecoreo (en periodo de polinización de las flores) los apicultores deben encargarse del control de la población y la posterior extracción de miel. Aunque este momento es el que se asocia más al trabajo de los apicultores, el trabajo del resto del año también es indispensable.
Cuando las abejas no salen a recolectar polen y néctar, los apicultores realizan las tareas de la llamada época de receso. Esto consiste en la preparación de los alojamientos de las abejas para la temporada siguiente. También se deben tomar precauciones con respecto a posibles enfermedades o plagas.
Materiales de un apicultor
Podría decirse que el elemento principal de un apicultor es la colmena. En ella se establecen las poblaciones de abejas y es la herramienta principal a partir de la cual se extrae la miel. Las colmenas están compuestas por suelo, alzas, cuadros y techo.
En cuanto a los objetos o utensilios con los que debe contar el equipamiento de un apicultor, hay varios que no pueden faltar:
- Traje de apicultor: Por supuesto indispensable. El característico traje de los apicultores es a prueba de abejas y protege de todos los daños posibles.
- Cepillo para desabejar: Consiste en un cepillo con el que se separan las abejas del panal con un barrido, para dejarlas nuevamente en la colmena.
- Palancas para el manejo de cuadros: Se trata de una herramienta sin la cual no se podrían manipular los cuadros de la colmena. Son muy útiles.
- Ahumador: Un utensilio innovador, con el que se ahuyentan a las abejas mediante el humo haciendo parecer que se trata de fuego.
Origen de la apicultura
Históricamente, se utilizaban muchos materiales de origen natural para llevar a cabo todo tipo de tareas. No había otros métodos que la extracción de elementos a partir de plantas o animales.
Hay constancia del uso de cera en la edad de piedra, así como de prácticas apícolas en el antiguo Egipto. En Grecia y Roma también se practicaba la apicultura e incluso se consideraba motivo de culto y veneración.
Las técnicas sofisticadas de apicultura moderna no llegaron hasta finales del siglo XIX. Se comienzan a crear los paneles y los cuadros. Posteriormente, ya en el siglo XX comienzan a evolucionar las prácticas apícolas hasta las que conocemos actualmente.
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