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El negocio de la miel en Europa

El negocio de la miel en Europa ha aumentado en los últimos años.

La miel es un alimento natural y esto, sumado al aumento demográfico mundial y a que gran parte de la población se inclina hacia alimentos sanos y no manufacturados industrialmente, llevó a que el consumo del producto más famoso elaborado por las abejas haya ascendido notablemente en los últimos tiempos.

Europa es uno de los principales mercados exportadores de miel

Los principales compradores de la miel que se produce en el mundo son Europa y Estados Unidos. Durante los últimos 15 años, Europa aumentó sus exportadores de miel, siendo China la principal fuente de ese consumo.

En la Unión Europea existe alrededor de 612.000 apicultores y 18 millones de colmenas, produciéndose así unas 280.000 toneladas de miel al año, además de cera de abeja, polen, jalea real y propóleo.

La Unión Europea define la miel como “la sustancia natural dulce producida por la abeja Apis mellifera a partir de néctar de plantas que las abejas recolectan, transforman combinándolas con sustancias específicas propias, depositan, deshidratan, almacenan y dejan en colmenas para que madure”.

Las colonias de abejas melíferas son esenciales para la agricultura y el medio ambiente al garantizar la producción de las plantas mediante la polinización, mientras que la apicultura contribuye al desarrollo de las zonas rurales.

La apicultura se practica en todos los países de Europa y se caracteriza por la diversidad de sus condiciones de producción, rendimiento y prácticas.

Los países de la UE que más miel producen son los del sur de Europa (España, Rumanía, Hungría, Alemana, Italia, Grecia, Francia y Polonia) donde las condiciones meteorológicas son más propicias a esta actividad.

El negocio de la miel en Europa

La salud de las abejas, un reto para el sector apícola

El sector apícola en Europa es pequeño, pero importante para la agricultura, la seguridad alimentaria y la biodiversidad, ya que las abejas polinizan cultivos y plantas salvajes.

La intensificación agrícola, la exposición a productos químicos, así como la pérdida de hábitat de las abejas y las condiciones climáticas adversas amenazan la capacidad de producción de las colmenas.

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